martes, 6 de marzo de 2007

Por fin llega la noche, donde los gatos negros me huyen desde hace eones...Ya puedo quitarme el disfraz hecho gafas de sol con personalidad de ladrón de carteras vacías y móviles sin saldo. No creo que guardándolas me quede sin ella, pero ayuda.
No recuerdo que la mejilla de la cuarta acera fuese sonrosada, pero ayuda a entender que el sol agrieta y consume la piel, y la luna es bella por naturaleza. Que no existe cáncer de luna, pero si de los pitillos que la acompañan en interminables paseos a la luz de la marea del océano.
Las sombras se difuminan en grises acorde con mis múltiples personalidades; de día sólo tengo dos, negra y blanca, y siempre se pelean en las intersecciones de sus caminares.De noche tengo celemines y celemines de personalidades, a cada cual más líquida...

Los pardos por contra se me acercan y me narran sus anégdotas más jocosas e hilarantes..., sus engaños perrunos con segundas intenciones que no son quién de discernir los chuquelos (richi), pues quién huele traseros nunca se entera de lo que en realidad la verdad esconde.

Sí, sé que me restan miriadas de gatos por eonizar, pero por suerte mi noche no es tan larga ya como para mis amigos de especie, mi noche por desgracia empieza con la caída del sol y termina con mi criterio errático a golpe de bostezo prematuro, propio de quien no conoce el sabor del licor de patata "da terra" con un buen limón exprimido sin piedad...un hielo sólo por favor...

Dejo las escrituras para los que saben...y los dibujos para los que saben...y las fotos para los que saben...y los render para los que saben...

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