martes, 12 de junio de 2007

INVITACION

Una fiesta de disfraces sí, exactamente. Donde nadie vaya disfrazado ni de hombre bala ni de king kong, donde uno se incline para bailar y haya que abaniquear para ejercer el maravilloso don de la cópula. Adornado con conversaciones de pinceles de pelo de marta y martillos de punta fina inutilizables.
Las mejores galas serán las peores, y un ábaco tu mejor compañero de máscara en máscara; hasta hallar la que menos te corresponda para ejercer de lobo solitario con destellos autodestructivos en un apartamento alquilado con una cada noche. Una canción en tu barrio con tus mejores cascos sin molestar a quien lo espera sin caer en el desaliento, pues ello es el alpiste de la cantidad de ratas y ratones que todos tenemos en el día-día.
El jardín para tamaña fiesta será del diecisiete con hierba a cuatro centímetros; una entre un millón a cinco suspende el evento.
Escalinatas de piedra tallada por canteros ciegos del norte de iberia con callosidades en sus cuatro extremidades de cuatro centímetros también, pues es la coherencia lo que otorga la virtud de la máscara. Sus respectivos mohos y líquenes deberán disponerse en series de tres a cuatro a intervalos no superiores a cinco
o seis centímetros (el pensar que no disponer los mohos y líquenes a cuatro centímetros implica perder rigor, no entenderá nunca porque una familia puede montar una horca en su jardín por puro gusto estético sin pretender ofender a nadie).
No existe momento de inicio y si de finalización..., cuando otra nueva fiesta comience sin existir previo momento de inicio.
Buena suerte...

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