miércoles, 11 de abril de 2007

DEF CON DOS

Ya suenan alto y claro los tambores de la Guerra Santa.
Aprovecha, purifica tu alma porque los infieles amenazan tu credo, tu pueblo, tu secta, tu cilicio nuevo.
Y estás obligado a ofrendar el pellejo, a quemar tu casa por salvar el templo y a morir luchando con fervor guerrero.
Que tu Dios te pide que arrases aldeas, quemes ciudades, conquistes baluartes en el nombre de tu fe salvadora, sagrada creencia que está por encima de todas.
Pero yo paso mucho de tragarme su modo de ver el mundo, y cura, pope, rabino y muhlá, a ver si algún día nos dejan en paz.

No me apetece Cristo,
no me interesa Alá,
no me hace gracia Buda,
¡No al más allá!

Y sueño, casi siempre despierto, que ya no hay imperios de fe y que esta deja de ser la excusa perfecta de la limpieza étnica.
Sobran ejemplos penosos de como el Dios justifica el odio: botín de guerra para el Vaticano, o para La Meca y su absurdo pedrusco sagrado.
Se frotan las manos sultán y templario.
Pregúntale al cura castrense, por qué hay que cuadrarse ante un cura, me lo expliquen, me lo menten.
Que Los Legionarios de Cristo desfilan al son que les dicten paga y fervor a lo que ellos prediquen.
Y ojalá, por Alá, que el ayatollah se jubile ya y a ver si hay suerte y se espanta y anula la moda de la Guerra Santa.
Que ya estamos cansados de libros sagrados, La Torah, La Biblia, El Corán se han copiado y dan al verdugo argumentos exculpando su alma con cuatro rezos.
Tortura o masacre será perdonado, que el mundo piadoso está compinchado.
Así que no sé si soñar, o dormir tan a gusto drogándome más, drogándome más...

No me apetece Cristo,
no me interesa Alá,
no me hace gracia Buda,
¡no al más allá!

Pero aunque no quieras salvar tu alma, no dejarán de darte la charla.
¡Que viene el Islám, que vuelve la guerra! ¡Véte corriendo a cuidar de tu iglesia!
Vaya rollo, vaya morro, si no tienes fe van a por ti todos,
prepárate, llena tu despensa, la ira de Dios ha abierto la veda.

No me apetece Cristo,
no me interesa Alá,
no me hace gracia Buda,
¡no al más allá!

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